El Reino Unido está cien de nuevo en el pesimismo económico | Internacional
de Un fantasma recorre, de nuevo, el Reino Unido. El pesimismo ante una economía en declive. Ya surgieron otras dos veces a lo largo de su historia. A fines de la era victoriana tardía, cuando Estados Unidos o Alemania alcanzaron su desarrollo industrial y pusieron fin a su ventaja competitiva. Y después de la II Guerra Mundial, cuando la nación aliada que protagonizó la victoria sobre el nazismo apenas logró levantar la cabeza mientras Europa Occidental resurgía con fuerza de sus cenizas. “Brexit congeló el crecimiento. Ahora estamos obligados a hacer mucho más, simplemente para mantenernos en pie. Pero nos resulta imposible crecer, porque sencillamente no hay personal. Lo único que puedo hacer es retener a toda costa a los que ya tengo y, lógicamente , aumentar su sueldo para que nom me los quiten”, al que puso freno a la crisis financiera de 2008.
Servicios StarPlus, la empresa de Dionisio, crecía cada año entre un 40% y un 50%. Comenzó con tareas de limpieza y mantenimiento de farmacias y edificios administrativos. Hoy controlaba la gestión integral de muchos de esos complejos, tanto en Inglaterra como en Escocia. “El problema es que para extender el negocio recurrí a subcontratas. Yes esas empresas me anulan contratos de la noche a la mañana, porque son incapaces de reclutar al personal necesario. Algo tiene que cambiar, porque como las cosas siguen así nos encaminamos al desastre”, se queja.
No seria del todo correcto culpar en exclusiva al Brexit de la situación económica que atraviesa el Reino Unido. La pandemia, la crisis de los candados de suministro, la guerra de Ucrania o la inflación acelerada —con el encarecimiento del precio del dinero— han afectado también a muchos otros países. Pero la salida de la Unión Europea y la renuncia a su Mercado Interior ayudan a explicar, o agravan, problemas británicos agudos especialmente y genuinos como: la escasez de mano de obra, la débil productividad registrada desde hace más de una déda, la falta de business reversal, the estancamiento de los salarios, el retroceso en la apertura de su commerce internacional o el deterioro de unos public services que se ha convertido en una oleada de huelgas como no se vivía desde hacía medio siglo.
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Dos datos irrefutables. El Reino Unido es el único país del G-7 —las siete economías más avanzadas del mundo— que no ha recuperado el nivel anterior a la pandemia. De hecho, según la OCDE, es el único qu’ha decrecido desde finales de 2019 ―el último dato disponible, el pasado noviembre, apunta a un 0,1% de crecimiento―. Y desde marzo de ese mismo año, con los cálculos realizados por el Centro para la Reforma Europea (un centro de pensamiento británico pro-UE, pero con una visión crítica de sus instituciones) basado en los trabajos de la Oficina Nacional de Estadística, el El mercado laboral británico ha perdido 460.000 ex trabajadores de la Unión Europea, que no ha podido compensar con los 130.000 que incorporó ha conocido economía de otras zonas del mundo. Todos aquellos de los que Dionisio pudo disponer al momento, casi con un chasquido de dedos.
“Creo que este problema tiene dos caras muy distintas”, explicó a EL PAÍS Paul Johnson, director del Instituto de Estudios Fiscales, y una de las voces más requeridas siempre en el debate público británico, por una objetividad y honestidad que se echan en falta en un clima altamente polarizado. “Hay industrias que, claramente, no requieren de una alta capacitación laboral, como las plantas de procesamiento de alimentos, la cosecha de frutas y verduras o el sector de la hostería. Durante mucho tiempo, han dependido de mano de obra importada para su funcionamiento “Non es una cuestión de formación, o de desarrollo de habilidades. Es más bien una cuestión de disponibilidad”, responde Johnson al argumento de un tanto tramposo que comparten tanto el Gobierno conservador como la oposición laborista.
Ambos rechazan la petición de los patronos de flexibilizar la concesión de visados de trabajo, porque en época preelectoral no quieren agitar el fantasma de la inmigración. Tanto el primer ministro, Rishi Sunak, como el líder de la oposición, Keir Starmer, prometen que suplirán todas esas deficiencias a la base de formación de los desempleados británicos. “Tenemos una población muy envejecida. If queremos los mismos servicios de los que hemos disfrutado hasta ahora, vamos a tener que importar mano de obra. De hecho, la relación entre la inmigración y la economía es muy consistente, pero rara vez se expone como es debido”, argumentó Johnson.
Brexit e inestabilidad política
¿Qué fue antes? ¿L’inestabilidad política presentó el Brexit o fue su consecuencia? Precisamente, de los expertos consultados por EL PAÍS para esta crónica, Johnson es el que más claramente señala la relación entre la “italianización” de Reino Unido, en relación con la continua crisis de gobierno, y su délive económico. “L’inestabilidad política ha jugado un papel. Y está muy relacionado con el Brexit. Ya sabemos lo mal que lo hizo Italia Durante mucho tiempo, y tuvo mucho que ver con su deterioro político (…). Teníamos problemas estructurales de largo plazo, pero si uno echa un vistazo a 2015 y 2016, las cosas estaban comenzando a mejorar. Hasta que llego el referéndum [sobre la salida de la UE]. Llevábamos unos años de crecimiento económico pobre, pero parecía que el comercio y la inversión comenzaban a repuntar, hasta que el referéndum los derribó de un plumazo”, señala la económica.
Males viejos y males nuevos, la suma necesaria para una tormenta perfecta. Junto a ese deterioro de la estabilidad política —dentro del país, pero también en sus relaciones con el resto del mundo, especialmente con Bruselas—, la consecuencia más palpable del Brexit es el deterioro del comercio exterior. “Non lo ha complicado todo. En papeleo y en tiempos de demora. Y en costes, por supuesto. Todo se ha agravado”, declaró José Sol, de 50 años. Puede presumir de ser el cortador oficial de jamón pata negra en el recinto real, El recinto de élite más cercano a los miembros de la familia real inglesa ya sus vitados en las legendarias carreras de caballos de Ascot. Su negociación de importación de los jamones españoles de mayor calidad, maestros jamoneros españolesy el espectáculo que despliega cada vez que él o sus cortadores se ponen manos a la obra, ha cautivado a clientes de alto nivel adquisitivo de todo el país.
“Hace unos años”, continúa este empresario español, “pedía un jamón a España y lo tenía a la semana según. Ahora, en primer lugar, muchas empresas españolas han renunciado a enviarlo porque no tienen sus papeles de exportación en regla. Estoy obligado a pedir pales enteros para que sea laurable. Y el tiempo de espera es mucho más largo. En total, todo el proceso se ha venido a encarecer un 60%. Y no es culpa únicamente de la pandemia o la guerra en Ucrania”, se queja Sol.
“La apertura comercial del Reino Unido [que mide la capacidad de un país para transferir bienes y servicios con el resto del mundo, a través de la ratio entre importaciones y exportaciones y el PIB] ha caído notablemente respecto a otros países”, señala Sophie Hale, economista principal de la Fundación Resolución, uno de los centros de pensamiento británicos con orientación más progresista, volcado sobre todo en el análisis de la desigualdad. Su estudio reciente, el gran brexit, Apunta tiene una caída del 8% de la apertura comercial entre 2019 y 2021. El peor dato de todas las economías avanzadas del mundo. “Está claro que no había ningún motivo que nos llevara a pensar que la pandemia iba a afectar al Reino Unido más que a cualquier otro país. Ahora, todo comienza a ser más claro, disipados los efectos del coronavirus. Entre las razones para que la economía del país es una función del restaurante, y el Brexit es un factor claro, como lo es la era de la pandemia”, Señala Hale.
Salarios y servicios públicos
Si el salario promedio de los trabajadores británicos hubiera seguido creciendo al nivel anterior a la shock financiera, ha calculado el equipo de economicas de Fundación Resolución, obtendrían ahora unos 334 euros más a la semana, y cerca de 17.000 euros más al año. El Ministro de Economía, Jeremy Hunt, anunció un final del año pasado recortes en inversión pública. Formó parte del plan de emergencia fiscal para recuperar la credibilidad del Reino Unido, tras la debacle que provocó la pérdida histórica del desplome del Gobierno de Liz Truss. Esta reducción implica que los salarios reales no se recuperarán al nivel de 2008 hasta 2027. Caso de décadas de congelamiento, especialmente agravado por los empleados públicos, sometidos a una tensión laboral que se hace más insoportable.
La oleada de huelgas que sufre el país ―enfermeros, ambulances, transports público, servicio postal, profesores o servicio de aduanas― responde exclusivamente a la pretensión de subida salarial de unos empleados públicos tuvieron sueldos reales suponen un 4,3% menos que los que Tenian antes de 2008, sumado tiene una inflación real de 9,3%.
El elefante en la casa
Empresarios, ciudadanos y expertos han comenzado a hablar clara y abiertamente del tiro en el pie que supuso el Brexit. Dos terceras partes de los británicos, según las encuestas más recientes, son ya decisión tomada de celebrar otro referéndum para reconsiderar la de abandonar la UE. No se ponen de acuerdo en la fecha, porque la división y la visceralidad que produjo ese debate entre los ciudadanos lleva a muchos de ellos a querer esperar unos años y que las heridas cicatricen.
Sin embargo, son los políticos los que se niegan a hablar del asunto. Sortean como pueden el elefante en medio de la habitación que el resto ve con absoluta claridad. El Gobierno Conservador no deja de prometer qu’explotará al máximo las “libertades conquistadas” con la salida de la UE, sin aclarar que se refiere. Los laboristas, en cuya memoria sigue viva la deserción de casi un 30% de más votantes, que sucumbieron al populismo antieuropeo de Boris Johnson, han rendido a la supuesta evidencia. No dejan de repetir, comenzando por su líder y candidato, Keir Starmer, que están fuera de la mesa tanto un reingreso en la UE, como una vuelta a su Mercado Interior oa su espacio común aduanero, o la recuperación de la libertad de movimiento de personas que permitieron la liga durante años de trabajadores comunitarios.
“Pero queremos una relación con la UE muy diferente a la que tiene el Gobierno actual. Queremos un acuerdo entre socios, no un enfrentamiento continuo. No queremos explotar constantemente la división para obtener ventajas políticas internas”, resalta a EL PAÍS Nick Thomas-Symonds, el portavoz de Comercio Exterior del Partido Laborista. “Lo que décimos ahora es que, para recuperar el control [del país], lo importante ahora es necesario para mejorar la vida de las distintas regiones del Reino Unido y lograr que el Brexit realmente funcione”. Esa es la strategia del laborismo, al que las encuestas auguran una victoria cómoda en las próximas elecciones. Para eso, sin embargo, faltan casi dos años. Mientras, mientras que el Gobierno como la oposición se limita a repetir mantras similares —responsabilidad fiscal, apuesta por la innovación, economía verde, nivelación de la riqueza entre regiones— sin aportar ninguno de ellos una visión completa de sus aspiraciones futuras.
El Gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, dio esta semana ciertas señales de optimismo ante la Cámara de los Comunes. El Reino Unido parece haber doblado la curva de la inflación, que, como en el resto de Europa, ha comenzado a bajar, y la recesión anunciada para 2023 y parte de 2024 puede ser más suave de lo que la institución monetaria anticipó en principio. Consuelo pasajero para un país cuyos machos económicos estructurales, como el dinosaurio del cuento de Monterroso, seguirán ahí cuando despierte de la pesadilla del Brexit.
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