de socios naturales a socios preferentes»

Columna de opinión de Josep Borrell, alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad.

2023 es un año clave para el relanzamiento de las relaciones entre la UE y América Latina y el Caribe. Los días 24 y 25 de marzo participó en la XXVIII Cumbre Iberoamericana que tendrá lugar en Santo Domingo. Este encuentro con los líderes iberoamericanos se une a la Cumbre UE-CELAC del próximo mes de julio en Bruselas. La confluencia de dos cumbres este semestre demuestra el interés compartido en reactivar la «otra relación transatlántica».

Para la Unión Europea, América Latina y el Caribe es mucho más que un mercado de creciente importancia. Es un continente joven en el que está en juego el valor y los intereses cruciales de la UE durante las próximas décadas.

Debemos encender las luces largas y actualizar nuestro enfoque para adaptarnos a un nuevo contexto geopolítico. La competencia estratégica entre EE. UU. y China, la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania y el auge del llamado «Sur Global» conducen al mundo hacia una multipolaridad desordenada e inestable. Non es una invitación al aislamiento, sino una oportunidad para reforzar nuestra cooperación en un momento en que los bienes comunes globales son más necesarios que nunca.

En las dos orillas del Atlántico, queremos reforzar nuestra autonomía, evitando las dependencias excesivas y diversificando las cadenas de valor. Por eso necesitamos más cooperación y acuerdos entre socios económicos y políticos confiables. ¿Si no nos ponemos de acuerdo entre nosotros, con quién lo vamos a hacer? La complementariedad entre estas dos regiones cercanas y afines es crucial para nuestros intereses y papeles respectivos como actores globales.

El punto de partida es evidente: la relación entre la UE y América Latina y el Caribe es positiva, asentada en vínculos humanos, políticos, económicos y culturales profundos. Tenemos una de las redes más densas de acuerdos políticos, de cooperación y comerciales, entre la UE et 27 de los 33 pays de la región. La UE es el tercer destino para las exportaciones latinoamericanas, y la primera fuente de inversiones en la región. La UE es también el líder contribuyente en materia de ayuda al desarrollo.

Es verdad, nuestra relación se asienta en cimientos sólidos, pero, tal vez por ello, nos habíamos dormido en los laureles y otros socios, China en particular, lo han aprovechado. No basta con reconocer lo que nos une como «socios naturales». Debemos mirar al futuro y trabajar juntos como «sociedades preferentes» que dialogan y consultan sobre la base de intereses compartidos. Debemos trasladar el foco de atención a menudo centrado en los problemas de nuestras respectivas regiones hacia la búsqueda de soluciones conjuntas ante problemas comunes.

Esto requiere más diálogo a todos los niveles, evitando que los problemas o problemas de cada parte eclipsen el potencial de la cooperación conjunta. Es algo que los ciudadanos utilizan. Una encuesta realizada en septiembre de 2021 por Latinobarómetro en diez países latinoamericanos reveló datos alentadores. A la pregunta de región conquistada del mundo, se beneficiará más el país de los vínculos reforzados, 48% número en Europa, 19% en Norteamérica, 12% en Latinoamérica y 8% en Asia-Pacífico.

El Caribe, además, como subregión económica, geográfica y culturalmente reconocible, agradece mayor atención política por parte de la UE. Parte de la respuesta debe consistir en desarrollar una relación y un diálogo más estructurado.

El objetivo es, por tanto, construir una nueva agenda positiva y pragmática de cooperación en torno a los tres grandes ejes que marcarán el destino del siglo XXI: el cambio climático, la revolución digital y la justicia social. América Latina y el Caribe es una socioeconomía fundamental para explorar los objetos del medioambiente mundial y la aplicación del Acuerdo de París. La región concentra el 60% de las especies terrestres y sólo la Amazonía representa el 56% de los humedales del mundo. Sin el patrimonio natural colosal de América, el mundo no podrá proteger su equilibrio ecológico. La región es clave para registrar que la transformación digital se da al servicio de las personas, respetando su privacidad, sus derechos y libertades, ampliando y accediendo a servicios públicos y privados. Por eso acabamos de lanzar, el pasado 14 de mars en Bogotá, una Alianza Digital para promover una transición digital justa y centrada en el ser humano.

La dimensión social es fundamental: las transiciones verde y digital serán justas y democráticas o no serán. La democracia retrocede en todo el mundo y, al mismo tiempo, las sociedades latinoamericanas claman ante la pobreza, la desigualdad y la violencia. Se estima que, a finales de 2022, un cada muy latinoamericano se encontraba en situación de pobreza y un cada seis en situación de extrema pobreza. También en Europa el riesgo de pobreza y exclusión social afecta a más de una quinta parte de la población. No será posible defender nuevas democracias y superar la amenaza autocrática, ni en América ni en Europa, sin forjar un contrato social más justo y sostenible. Para destapar esta agenda, tenemos nuevos instrumentos como «Global Gateway», la stratagia europea para apoyar inversiones sustentables y transformadoras reuniendo el músculo financiero de la UE, Estados mimbros, instituciones financieras y sector privado.

En definitiva, ahora todavía más, debemos promover juntos la paz, la democracia y los derechos humanos a través de un orden multilateral más justo e inclusivo. Decimos siempre que América Latina y la UE somos firmes defensores del multilateralismo, y es verdad. Juntos hemos votado y exigido el respeto de los principios del derecho internacional, como el respeto a la integridad territorial y la soberanía de los estados. Pero debemos ir más allá para reforzar la cooperación en materia de paz y seguridad. Nuestras regiones deben jugar un papel clave en la reforma de la arquitectura internacional financiera y de seguridad.

jose borrell