Dos ex yihadistas en una cruzada contra la islamización de los jóvenes

Veintidós años después de la “mierda” de sus vidas, quisieran movilizar conciencias. Mourad Benchellali, de 41 años, y Nizar Sassi, de 43, dieron una rueda de prensa el 26 de enero para advertir de la «peligros persistentes que acechan en los suburbios franceses». Estos dos exprisioneros del campo militar estadounidense de Guantánamo, que pasaron por canales de reclutamiento islamistas, están convencidos de que las generaciones más jóvenes deben caer, como ellos, en la trampa de las redes islamistas armadas, que manipulan la religión para darles la ilusión de existir.

“Todavía veo jóvenes capaces de salir de su país. Estos jóvenes están en las mismas condiciones que los nuestros cuando nos fuimos. Son vulnerables y creen que se están dando una identidad al participar en estos grupos”, advierte Mourad Benchellali, autor, en Robert Laffont, de viaje al infierno (2006) y trampa de aventura (2016).

En diciembre de 2001, tres meses después de los atentados de Nueva York, los dos jóvenes del barrio de Minguettes, en Vénissieux, cerca de Lyon, que entonces tenían 20 y 22 años, estaban entre los siete franceses encarcelados en Guantánamo. Transferidos en julio de 2004 a Francia, detenidos durante un año y medio por “asociación delictiva en relación con una empresa terrorista”, aparecen como héroes en los recintos penitenciarios reservados a los islamistas radicales.

Atrapado con Bin Laden

Hoy, Mourad Benchellali y Nizar Sassi quisieran encontrar el lugar que les corresponde, ciudadanos. Los dos padres aún son vistos con sospecha por algunos padres de alumnos de secundaria donde han revelado los mecanismos de su deriva. “No somos víctimas. En ese momento, cuando salgo de mi barrio, me doy cuenta de que el discurso es ambiguo, mi estado de ánimo no es claro, pero pienso en hacer un viaje iniciático. No me puedo imaginar el detrás de escena y los que mueven los hilos», dice Mourad Benchellali.

“Después de unos días, solo teníamos una idea, irnos, pero no tenían papeles y se arriesgaron a tomarnos por espías. Mourad Benchelali

“Esta partida es la peor decisión de mi vida. He recordado ese momento durante veinte años». completa Nizar Sassi. Este último creyó durante mucho tiempo que podía ocultar ese pasado, vivir tranquilo, en el anonimato, sin avivar el trauma de las torturas sufridas en Cuba ni cuestionar sus propios errores. Hasta el punto de cambiar de acera cuando vio a Mourad Benchellali, para evitar enfrentarse cara a cara con sus verdades.

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