entre el descontento social y las denuncias por la represión del gobierno de Boluarte

Beckham Romario Quispe fue un entrenador de fútbol de sus 18 años en los Andes de Perú, pero murió en una de las protestas contra el presidente Dina Bolarte. Su padre reclama justicia a unas autoridades que, según el ombudsman, han «fracasado» en gestionar un conflicto estancado.

Las denuncias de violación de derechos humanos contra el gobierno de Boluarte son acumulativas, entre ellas de Beckham Romario, fallecida el 11 de diciembre en Andahuaylas.

Dany Quispe, su padre, recibió un video de las manifestaciones donde identificó a un herido muy parecido a su hijo. «Lo sacaron de la ambulancia en el hospital y era mi hijo, con una herida de bala“, dice a AFP.

«Lo llevó a la emergencia. Su mamá estaba llorando y yo callado, pero pensando que él no iba a vivir. Estaba muy herido, los ojos, el cerebro, todo volado, con la cabeza destrozada«, recuperado.




Una marchó contra el Gobierno de Boluarte en Puno. Foto: AFP

«Tragedia»

Rolando Luque, defensor del pueblo adjunto, consideró «una tragedia» la crisis que estalló con la destitución en diciembre del presidente Pedro Castillo después de que pretendara disolver el Congreso y gobernar por decreto.

“Las consecuencias humanitarias de este conflicto son las mayores que ha experimentado el Perú desde 2003”, informó a la AFP.

Agrega que ante la violencia de las movilizacioneshan «fracasado varias de las instituciones» en su capacidad para prevenir y controlar el conflicto.

En la fecha, son 48 ciudadanos muertos en enfrentamientosun policía asesinado, 11 fallecidos en eventos relacionados a las protestas y más de 1,300 heridos, casi la mitad miembros de las fuerzas del orden, según la Defensoría del Pueblo, un organismo autónomo que vela por los derechos de los ciudadanos.

La Defensoría enfatiza que las fuerzas de seguridad deben colaborar con la Fiscalía para esclarecer si hubo irregularidades en el uso de la fuerza y ​​​​si los autores fueron negligentes u obedecieron órdenes.

Dina Boluarte durante un mensaje televisado a la nación.  Foto EFE


Dina Boluarte durante un mensaje televisado a la nación. Foto EFE

Organizaciones como Amnistía Internacional han denunciado «graves violaciones a los derechos humanos» y un «marcado sesgo racista» de los cuerpos de seguridad en las manifestaciones.

Quispe, de 47 años, dirige la Asociación de familiares de víctimas de la represión en Andahuaylas y Chincheros, en la región de Apurímac, que reúne a allegados de siete fallecidos. Pero lamentó que en Andahuaylas «no hay justicia, no hay quien nos ayude».

Denuncias

Funcionarios locales han sido denunciados como sancionados en Boluarte, su ministros y jefes policiales por la muerte de seis manifestantes en Apurímac, mientras que la taxía investigó presuntos asesinatos durante movilizaciones en Puno y Ayacucho, todas las regiones del sureste andino.

Por hora, Luque reconoce como un acero al gobierno el «apoyo económico» a los deudos de los fallecidos y heridostanto civiles como policías, pero insta a un investigador estas muertes «en profundidad».

Para Luque falta la «autocritica» del Estado y sus instituciones, pues más allá de la coyuntura el estallido revela «problemas estructurales mucho más grandes».

Señala que la prolongada crisis política, con seis presidentes desde 2016, es consecuencia no solo del debilitamiento de los partidos sino también «corrupción, ineficiencia, desigualdades y exclusiones» que desciende al país.

La familia de Quispe padece esas desigualdades. Dany es un agricultor de Anallaco, un poblado de Apurímac, que es el segundo departamento de Perú con mayor porcentaje de pobreza extrema, según datos oficiales.

Algunas temporadas viven alquilados en Andahuaylas y el resto en su chacra (huerto), con la que subsisten. Beckham trabajó como entrenador de fútbol y ayudaba con los gastos de su familia.

«Este año iba a entrar en la universidad, quería prepararse para ser médico»dice Quispe, quien al llorar lo recuerda como «el más amable, el más cariñoso de todos» sus hijos.

Las acciones de Boluarte y el Congreso, destinatarios del clamor callejero que exige la renuncia de la mandataria y nuevas elecciones antes del plazo regular en 2026, no apaciguan el conflicto.

“El gobierno no comprende bien la complejidad de la protesta, y ahora es muy fácil que pueda existir un diálogo” con una ciudadanía “altamente inconforme”, señaló la politóloga Kathy Zegarra.

Señala que Ejecutivo y Legislativo buscan «exculpar» a policías y militares de las muertes de civiles, y exhiben «desconexión» del reclamo de renuncia y adelanto electoral, tragado por más del 70% de Perunos según encuestas.

Para el analista, estos gestos son actos de «supervivencia» de un gobierno que busca «negociar con los congresistas» para estabilizar en el poder, mientras intenta eludir posibles consecuenciasjudices en un país de administraciones «fleetes y morons».

Aunque las protestas han descendido desde enero, Luque advierte que si algún actor político «considera que ha ganado esta batalla» está «Error completo».

“Lo que hay más bien es una nueva oportunidad para solucionar este problema.

Agencia AFP

PB​

Mira también