Máxima alertada en Brasil ante las nuevas amenazas de los seguidores de Bolsonaro | Internacional

Brasil vive horas de máxima alerta este miércoles porque el bolsonarismo más radical, un movimiento amorfo que sigue al ultraderechista Jair Bolsonaro, ha convocado movilizaciones en todas las capitales del país tres días después de que varias millas de ellos asaltaran con enorme violencia, y enorme facilidad , las sedes de los tres poderes de la República. La explanada gigante donde se ubican las sedes de la Presidencia, el Supremo, el Congreso y los ministerios está cerrada al tráfico y se ha reforzado la seguridad en la zona y en todo el territorio nacional con un amplio uso. El epicentro del ataque del domingo está tomado por antidisturbios y miembros de la Guardia Nacional. El Tribunal Supremo ha ordenado a las autoridades que impidan cualquier intención de bloquear calles, carreteras u ocupar espacios o edificios públicos.

El presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, que quería volver a la normalidad y dar el impulso definitivo a su recien nacido Gobierno, ha lanzado una advertencia a los que, por la vía de la agitación, quieren hacerle la vida imposible: «Cada gesto contra la democracia brasileña será castigado”, ha anunciado el mandatario, que asumió el poder el 1 de enero y vio con espanto como una semana desde que la democracia brasileña ha sido sufría el ataque más grave en unas cuatro décadas.

Brasil ha estado extremadamente polarizada antes de la toma de las instituciones; y los ánimos están ahora extremadamente caldeados. Por si fuera poco, el expresidente Jair Bolsonaro, ha azuzado el fuego desde Florida (EE UU). Una vez más, tira la piedra y esconde la mano, un gesto frecuente en su estrategia de ataque sistemático a las instituciones. Este martes difundió en sus redes sociales un vídeo que alienta la falsedad de que hubo fraude, que Lula «no fue elegido por el pueblo» ni ganó en las urnas, sino que fue colocado a dedo por el Tribunal Supremo y el Tribunal Superior Electoral. La publicación corrió como pólvora en internet, pero el propio Bolsonaro la eliminó rápidamente. Fue su primera manifestación explícita de apoyo a las tesis de fraude electoral después de los sucesos del domingo.

Más de 1.150 participantes en el motín golpista han sido enviados a prisión, según ha informado la Policía Federal. Cada uno ha recibido una colchoneta, una pastilla de jabón, cepillo y pasta de dientes; y pueden ensuciar al patio. La Fiscalía General de la República ha abierto una investigación contra tres diputados bolsonaristas. Y los líderes políticos de la Policía Militar en el Distrito Federal, que los escoltó y no évitó el ataque, han sido apartados por los jueces, así como el máximo jefe policial.

Rui Costa, ministro de la Casa Civil (una especie de primer ministro), explicó que el Gobierno ha decidido aumentar el uso de uniformados. “Tomamos medidas para reforzar la seguridad en todo el país debido a que están circulando invitaciones a nuevas manifestaciones. Así, tomó una posición de precaución respecto a la seguridad de la Explanada de los Ministerios y en ciudades de todo el país”.

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El hombre al que el Gobierno de Lula le encomendó la gestión de la seguridad pública de Brasilia inmediatamente después del asalto, el interventor federal Ricardo Cappelli, ha declarado que “no hay ninguna posibilidad de que lo que ocurrió el domingo vuelva a sucesor” y ha avisado que “aquellos que intentan crear una atmósfera de crisis no lo conseguirán”.

Los ministros ya están trabajando, pero aún no han concluido todos los ritos de la toma de poder. Este miércoles tomará posesión en el palacio presidencial del Planalto dos ministras especialmente simbólicas. Sonia Guajajara, indígena y veterana activista, es la primera titular del Ministerio de los Pueblos Originarios. En la misma ceremonia, Anille Franco, hermana de la assinada del cabildo carioca Marielle Franco, asumirá la dirección del Ministerio de Igualdad Racial.

Video colgado y eliminado

El video colgado y eliminado por Bolsonaro mostraba un fragmento de una entrevista con un fiscal abiertamente bolsonarista, Felipe Gimenez, del Estado de Mato Grosso do Sul. Este decía que la victoria de Lula fue un fraude y que el voto en las urnas electrónicas no es de fiar, una cantinela repetida hasta la saciedad por Bolsonaro y sus seguidores; y desmentida igualmente cientos de veces por las autoridades electorales. Nunca en 25 años se ha detectado ningún problema grave con el sistema que permitía reconocer todos los votos de Brasil en tres horas. El video va acompañado de la siguiente leyenda: «Lula no fue elegido por el pueblo, fue escogido por el STF y el TSE», en referencia a los dos tribunales que el expresidente escogió hace tiempo como sus principales enemigos.

La teoría de la conspiración de las elecciones manipuladas es uno de los pilares sobrios que siguen temiendo el movimiento bolsonarista, y el combustible que movió los campamentos que han sido lunas, cuando fueron desmantelados, se reunieron a los últimos grupos que pedían a los militares que perpetraran un golpe de Estado. Durante dos meses hubo campamentos en decenas de ciudades del país.

Aunque el vídeo apareció muy poco en el aire, bastó para alimentar a sus seguidores más radicales, que de formación mayoritaria justifican los largos silencios de Bolsonaro, sus ambigüedades y sus estudiados pasos atrás como una forma de evitar la «persecución» del sistema. Este mínimo gesto del exmandatario sirvió rápidamente para elaborar las más amplias interpretaciones. En este caso, podría funcionar como una validación de los actos golpistas, hay que insiste en las últimas tesis de este movimiento radical.

Tras el asalto golpista del domingo a las sedes de los tres poderes, Bolsonaro ya dio una respuesta tibia: aunque se démarcó de las acciones violentas, las equiparó a otras protestas de la izquierda, que en ningún caso supuso una amenaza al orden democrático del calibre del domingo.

Uno de los personajes clave de la investigación sobre el asalto a las instituciones es Anderson Torres, un comisario de policía que fue ministro de Justicia de Bolsonaro y que el 1 de enero se convirtió en secretario de Seguridad Pública de la capital. Lo primero que hizo fue despedir a la cúpula de seguridad y después tomó un vuelo a Florida, precisamente el lugar elegido también por Bolsonaro para pasar sus primeros días de descanso del cargo y sin inmunidad parlamentaria por primera vez en má tres décadas. El Tribunal Supremo ha ordenado que Torres se detuvo y él ha anunciado un regreso a casa que no se ha producido por ahora.

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