De la segregación al Black Lives Matter, la NBA en la primera línea de las tensiones raciales estadounidenses

Los jugadores de los Boston Celtics Bob Cousy (izquierda) y Bill Russell en Boston, 1957.

La casa, resguardada tras un muro bajo, sería discreta si no fuera por esta bandera americana que ondea en lo alto de un mástil, orgullosamente plantada frente a la entrada. Worcester, en las afueras de Boston, en el noreste de Estados Unidos, es una ciudad apacible con sus casas de una sola planta y sus verdes céspedes reavivados por los chubascos de este mes de junio. » Buenos dias «, lanza el dueño, con la “r” que raspa el paladar, a la francesa.

Bob Cousy, de 94 años, es una delicia para los neurólogos apasionados por los misterios de la memoria: llegó a Nueva York «en el estomago» de madre borgoñona, en 1927, el estadounidense habló, hasta los 5 años, sólo la lengua de Maurice Chevalier, antes de borrarla en favor del inglés. Casi un siglo después, sus raras reminiscencias del francés afloran sin el más mínimo acento. “Hablo como un parisino”, disfrutar, En inglés, el anciano.

Robert Joseph Cousy -su nombre completo- te invita a sentarte en la oficina, donde los pies de su andador se hunden en una gruesa alfombra rosa. Detrás de él se encuentra una biblioteca llena de trofeos, medallas y portadas de revistas antiguas. La exposición celebra su carrera: la de la primera estrella de la Asociación Nacional de Baloncesto (NBA), la liga estadounidense de baloncesto.

Se descarrila frente a la cámara.

Durante trece años, de 1950 a 1963, “Cooz”, como aún lo llaman los aficionados, encantó a la franquicia -término que se usa en Estados Unidos para designar a un club- los Boston Celtics, ganando seis títulos de campeonato de la NBA. La prensa de la época adoraba a este pequeño hombre blanco, de 1,85 metros de grosor como un ciclista, ambidiestro y revoltoso, apodado “Houdini” –en referencia al célebre mago–, por su impredecible estilo de juego. Una leyenda, recibida en la Casa Blanca por ocho presidentes estadounidenses desde Dwight Eisenhower (1953-1961). El líder incluso tuvo derecho, en 1962, a una audiencia privada con el Papa Juan XXIII, en el Vaticano.

Cuarenta años después, en 2001, el retirado Bob Cousy recibió en su casa a un equipo del canal deportivo ESPN. Esta última prepara un informe que ofrece a su excompañero Bill Russell, quien se ha convertido en «la» leyenda insuperable de los Celtics, once títulos de liga -un récord inigualable- y cinco mejor jugador de la liga. Cousy está acostumbrado a repetir incansablemente las mismas anécdotas frente a los medios.

Pero, ese día, se descarrila frente a la cámara. Las lágrimas brotan de sus ojos, impidiéndole hablar. «¿Qué me está pasando? », él se pregunta. Los días siguientes, la pregunta lo obsesionó, antes de que se impusiera una palabra para calificar su trastorno: culpa. Al final de su vida, el ex atleta lamenta no haber tendido la mano, en su momento, a este compañero que lo hubiera necesitado. Bill Russell, quien murió en 2022, era negro.

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