Dolor y bronca de los evacuados por los incendios en Chile

Ubicada junto a la sede de la Municipalidad, la Escuela Recadero de Santa Juana, una pequeña aldea del centro de Chile, es el testimonio de una frenética actividad pesa un que es período de vacaciones de verano.

Desde que el viernes abrió sus puertas, no cesa de recibir familias afectadas por los graves incendios que calcinan la zona y bolsas con ayuda de todo tipo de una comunidad unida por la solidaridad y la tragedia.

Las condiciones climáticas extremas, con una histórica sequía y altísimas temperaturas, junto con la imprudencia humana y la falta de medios la ha convertido en la «zona cero» de los incendios que azotan el centro de Chile, los más sepulcros en décadas.

Según las autoridades, al menos 24 personas perdieron la vida entre las llamas, alrededor de una decena de ellas en esta comuna agrícola cercana a la ciudad costera de Concepción.

Un drama que congestiona los rostros de nuestros habitantes aún impactados por la densidad del humo, las peligrosas pavesas y un cielo gris anaranjado que dificulta la respiración y como des Marcela, una de las vecinas, nunca se olvida.




Una vecina de Santa Juana, Chile, llega a su casa arrasadas por el fuego. Foto: AFP

«Lo hemos perdido todo. No sé qué hacer. Pudimos salir a tiempo. Mi marido quería quedarse. Hemos trabajado mucho y ahora no tenemos nada», explica con rabia la mujer, que llegó al centro de auxilio con lo puesto.

«Hoy día se está recibiendo de todo tipo se ayuda, alimentación, alimentos no perecederos, agua, artículos de aseo, y ropa», cuenta a EFE Oscar Cruces Escobar, administrador de la Municipalidad de Santa Juana, quien agradece la solidaridad pero pide más empatía.

Una pidió comparar a su compañera, María Eugenia Suazo, quien comentó: «Hemos tenido que desechar más de la mitad porque no vino en buen estado».

«Le décimos a la comunidad que si quiere ayudar lo haga con la mano en el corazón y traiga ropa limpia, que no esté rota porque hay gente que lo está pasando mal, se le quemaron sus casas y eso es muy doloroso, y que le traigan ropa que no corresponda igual es un dolor para ellos”, afirmó.

Este es el segundo incendio de gravedad que sufren las comunas de Santa Juana y Navidad, que ya vieron a finales de diciembre cómo ardían más de 5,000 hectáreas y como 29 familias se quedaron sin hogar.

Residentes de Santa Juana, en la provincia chilena de Concepción, ayudan en el combate contra el fuego.  Foto: REUTERS


Residentes de Santa Juana, en la provincia chilena de Concepción, ayudan en el combate contra el fuego. Foto: REUTERS

Tragedia recurrente

A María Hidalgo, campesina de unos 50 años, lamas le consumieron esta vez su modesta casa de madera.

«Es doloroso pero han pasado cosas más dolorosas porque murio gente quemada en sus casas. Pero igual duele porque todo el esfuerzo de una vida», dijo a EFE entre sollozos.

«Una, como campesina no tiene los medios, de alguna manera compra sus cosas y después viene el fuego y se lastima. Duele como todo lo que vemos, todo lo que ha pasado, la otra gente. Gracias a mi familia puede rescatar mis otras cositas, me hubiera gustado que todo, pero no ha llegado», agrega, con profunda congoja.

«Pero no han venido recursos, nada de ninguna parte. No importa, porque los pobres somos así. Esa es la etiqueta que nos ponen a los pobres… somos personas de esfuerzo y nos cuesta poder tener lo que tenemos, y en un abrir y cerrar de ojos terminó todo”, lamentó.

Residentes de Santa Juana, Chile, se prepara para luchar contra las llamas.  Foto: REUTERS


Residentes de Santa Juana, Chile, se prepara para luchar contra las llamas. Foto: REUTERS

Cielo gris y miel

En Purén, a 144 kilómetros de distancia, hay en la región de la Araucanía, el paisajismo es similar: las mismas masas de fuego, las mismas cenizas, el mismo calor y el mismo miedo entre la población, evacuada de forma preventiva ante el inapelable avance de los lamas, que allí han consumido ya un centenario de casas.

Todos los evacuados permanecieron en los refugiados durante la noche del domingo, ya que el de Purén es uno de los 251 incendios que permanentes activos en Ñuble, Biobío, Los Lagos y La Araucanía, regiones de frondosos bosques explotados por multinacionales forestales y grandes latifundios que es el granero del país.

Bomberos tratan de combatir el fuego en Purén, en Chile.  Foto: AFP


Bomberos tratan de combatir el fuego en Purén, en Chile. Foto: AFP

“Es complejo, porque muchas familias no quieren salir y otras tratan de volver a tratar de salvar sus cosas cuando ven que el fuego llega a sus casas.

En la lucha contra las lamas trabajan brigadistas de la autoridad medioambiental (Conaf), bomberos voluntarios -no es un cuerpo profesional en Chile- y vecinos, sin apenas apoyo aéreo, debido, según las autoridades, alviento y el humo.

«Hay muchos incendios en zonas de difícil acceso que necesitan de ataque aéreo. Pero es una labor mucho más cara, la hora de vuelo es mucho más cara en comparación con los costos operativos por tierra», argumentó, sin embargo, Miguel Castillo, experto en incendios del departamento de Gestión Forestal y Medio Ambiente de la Universidad de Chile.

Fuente: EFE

CC

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