Jóvenes adolescentes, envenenados supuestamente con un gas tóxico en décadas de escuelas en Irán | Internacional

El pasado 30 de noviembre, 18 adolescentes que estudiaban en el conservatorio Noor de la ciudad de Qom tuvieron que ser hospitalizadas con náuseas, dificultad respiratoria, palpitaciones, dolor de cabeza, somnolencia y, en algunos casos, dificultad para mover los miembros. Los estudiantes relataron haber percibido justo antes de enfermar un olor a fruta podrida —especialmente a mandarinas—, a menta oa productos de limpieza con cloro, como la lejía. En diciembre, 51 niños de este mismo conservatorio también tuvieron que ser hospitalizados con síntomas similares, según medios de comunicación iraníes.

Desde entonces, varios centenares de escuelas iraníes han terminado ingresados ​​con síntomas de envenenamiento por algún tipo de gas tóxico. No solo en Qom, ciudad santa del chiismo a 125 kilómetros al suroeste de la capital iraní, sino también en quincena de urbes, entre ellas, Sari, Ardebil e incluso Teherán. Asimismo, Borujerd, en la occidental provincia de Lorestán, donde varias alumnas explicaron al periódico semirreformista jamón mihan que algo parecido a una «pequeña bomba» había sido arrojada a la escuela antes de liberar la sustancia que les causó los síntomas.

El blanco de estos ataques han sido escuelas de niñas, excepto en un único caso, en el que también un colegio masculino fue atacado. Pronto, los usuarios de las redes sociales iraníes insistieron en tener cables con la posible autoridad de grupos religiosos fundamentalistas que se oponían a la educación de las adolescentes. Al principio, la reacción de las autoridades iraníes fue minimizar lo sucedido y aludir a posibles fugas de monóxido de carbono de los sistemas de calefacción de las escuelas, en medio del crudo invierno de este año en Irán.

Ataques intencionales

El ministro de Educación del país, Youssef Nouri, tachó de «rumores» la posibilidad de que se trate de ataques intencionados. Sin embargo, a medida que estos hechos se repetían hasta llegar a afectar a unas 30 escuelas, según la prensa del país, las autoridades iraníes han terminado por reconocer que el posible envenenamiento de unas 650 estudiantes —según la cadena BBC en farsi— no puede deberse a hechos fortuitos.

«Lo que ha quedado claro es que algunas personas querían que se cerraran todas las escuelas, especialmente las de niñas», declaró el domingo a la agencia estatal de noticias IRNA, Younes Panahi, viceministro de Sanidad, que indicó que ninguna de las estudiantes hospitalizadas ha requerido «un tratamiento intensivo», sin ofrecer más detalles. El viceministro matizó después que sus palabras habían sido «malinterpretadas». También la semana pasada, la Fiscalía general del país anunció la apertura de una sobre investigación “la posibilidad de actos criminales y premeditados” en relación con los síntomas de envenenamiento de las adolescentes.

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In los tres meses transcurridos desde el primer incidente, el miedo a nuevos ataques ha llevado a familias numerosas a impedir a sus hijas que vayan a clase, de acuerdo con el diario Carga. Este medio relativamente crítico ha asegurado que ese ausentismo ha provocado el cierre de varios centros educativos en Qom, la ciudad sagrada del chiismo donde se concentran al menos una cena de los alrededores de 30 ataques de este tipo, siempre según la prensa iraní.

A principios del pasado mes de febrero se presentó en la sede del gobernador de Qom un centenario de familiares de personas. «¡Usted tiene la obligación de garantizar la seguridad de mis hijos! Tengo dos hijas», increpó alto funcionario un padre que aparece en un video difundido en las redes sociales y citado por BBC farsi. En otro video, comparado con Twitter este miércoles, un adolescente en una habitación de hospital se lamenta: «Ya no tengo que respirar».

Otro periódico, ettelaatoficialista y frecuentemente ligado al régimen —su director lo nombra el líder supremo del país, el ayatolá Ali Jamenei― publicó la semana pasada una tribuna en la que atribuía los ataques a “grupos radicales de la oposición” or bien a grupos islamistas radicales cuya fin podría ser derrocar el régimen iraní para sustituirlo por un emirato, similar al instaurado por los talibanes en el vecino Afganistán, donde las niñas tienen prohibido estudiar de los 12 años de edad.

Crisis de legitimidad

Los posibles ataques con gas tóxico contra estudiantes suceden en medio de una grave crisis de legitimidad del régimen iraní, agravada por la represión de las protestas desencadenada por la muerte bajo custodia policial de Mahsa Amini, el pasado 16 de septiembre. Esa joven kurda de 22 años había sido detenida tres días antes por la policía de la moralidad en Teherán, acusada de no llevar bien colocado el hiyab o velo islámico, obligatorio por ley en Iran.

Los alrededor de 500 demonstrators muertos en la represión, según varias ONG iraníes en el exilio, los 20,000 detenidos, de los que un número desconocido de ellos ha sido liberado recientemente, y las cuatro condenas a muerte por ahorcamiento en relación con las protestas, han ahondado el abismo entre el régimen y la juventud del país. El propio ministro del Interior, Ahmad Vahidi, reconoció el 26 de enero que las protestas desatadas por la muerte de Amini habían abierto «una profunda grieta sociopolítica» entre el régimen y los jóvenes iraníes. Entre 70 y 80 agentes de las fuerzas de seguridad han muerto también en las manifestaciones, según fuentes oficiales iraníes.

El 85,5% de los mayores de 15 años de Irán está alfabetizado y el 60% de los universitarios son mujeres, según la ONU. En 1979, cuando se estableció la República Islámica, el 50% de la población era analfabeta y el 60% de esos iletrados eran mujeres. Estos datos indican que en los 44 años del régimen de los ayatolás la educación de las mujeres y de las niñas ha mejorado, aunque sufren limitaciones de gran calado con respecto a los hombres. En 2012, más de 30 universidades de Irán prohibieron la presencia de mujeres en casi 80 carreras de diversas especialidades, desde física nuclear a negocios o arqueología, entre otros muchos estudios. Además, pesa su elevado perfil educativo, muchas iraníes no lograrán encontrar un trabajo y representan menos del 20% de la fuerza laboral del país, según el Banco Mundial. Los puestos institucionales de poder, como el de presidenta o jueza, les están vedados.

Los posibles envenenamientos a estudiantes en Irán no son los primeros ataques dirigidos contra mujeres que ocurren en el país. En 2014, en la provincia de Isfahán, a unos 400 kilómetros de Teherán, se registró una oleada de ataques con ácido contra mujeres, que quedó desfigurada y, en muchos casos, parcial o totalmente la vista, ya que un Clérigo Radical llamara a castigar a las mujeres que no llevaran bien colocado el velo.

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