la fantasía de una invasión y la resistencia de un pueblo herido

El Monasterio Noravank mimetiza entre rocas rojas en las alturas de Armenia. Azerbaiyán está cerca, acecha. El sacerdote de uno de los templos del complejo le da la espada al altar está adornado con un grupo de visitantes, algunos son fieles. Uno de ellos lleva un mensaje de paz frente al creciente conflicto por el territorio de Nagorno Karabaj. El párroco se pone firme, levanta un brazo y responde con vehemencia: “No vamos a dejar que nos quiten nuestras tierras. Ve a luchar. No estamos arrodillados”.

Noravank se encuentra en la carretera que conecta a la capital Ereván con uno de los puntos más calientes del Cáucaso: el corredor que Armenia con Nagorno Karabaj, territorio habitado por 120 mil armenios que quedaron adentro de Azerbaiyán desde 1921 que Josef Stalin decidió cederles el territorio a los azeries.

Devanado. A distancia. Se esconde. La frontera está atrapada entre montañas que parecen atenuar el ruido de una guerra espinilla bronceada eso puede encenderse en cualquier momento.

​Este jueves, ambos países se acusaron de iniciar un intercambio de disparos en la frontera que dejó al menos un soldado azerbaiyano muerto y cuatro armenios heridos.

En 2020, los países se enfrentaron en armas con una duración de 44 días. La superioridad militar azerí se hizo sentir. Armenia perdió 5 millones de soldados y más de 70 años por la región de Artsaj. En la actualidad, el primer ministro Nikol Pashinián denunció ante la comunidad internacional que Bakú está violando uno de los puntos del acuerdo de paz firmado entre los dos países tras aquel conflicto bélico: la obligación de garantizar la libre circulación por el camino quune a Armenia con Nagorno.




Camiones con patente rusa en la frontera de Armenia.

Trincheras y puestos de control

Camino al corredor de Lachin, empieza un verso trincheras austeras alternadas por puestos de control armenios. Denuncian que en abril, soldados azeríes ingresaron conocieron territorio. Los enfrentamientos abandonaron ocho muertos: cuatro de cada lado. Entre trinchera y trinchera, aparecen al costado de la ruta pequeños autele de soldados muertos con su foto en uniforme y la bandera armenia.

Clarín viajo hasta el punto mas cerca del corredor. Ya no se puede llegar hasta el puesto de control que instaló Azerbaiyán el 3 de abril para blocar la frontera. Las fuerzas militares de Armenia aseguran que no pueden garantizar la seguridad de las personas que intenten cruzarla. Apenas pueden circular ambulancias de la Cruz Roja y camiones de la ONU.

También por carretera camiones militares desfilan con patente rusa. Los soldados paran a descansar en el camino. Fuman y hablan poco.

«La situación es muy complicada», admitió uno de ellos, el más joven del grupo. Y va más allá: “La responsabilidad es de los tres presidentes”. Apunta a los mandatarios de Armenia, Pashinián, y de Azerbaiyán, Ilham Aliyev. Pero al gobierno de Putin, que debería garantizar que se cumpla con el acuerdo de paz firmado en 2020. Ocurre nada de eso. Rusia está mirando a Ucrania en modo guerra.

En conversación con Clarín y otros medios internacionales, el vicecanciller de armenia, Paruyr Hovhannisian, lamentó que Rusia está demasiado «cautelosa» y «no está cumpliendo sus obligaciones». “Para ellos son más importantes las relaciones con Turquía, como también con Azerbaiyán, y eso también está vinculado con el gas y el petróleo que están exportando a través de Azerbaiyán”, denuncia.

En esta zona de frontera también trabajan veedores de la union europea. Observan, sacan fotos, hablan con la gente. Se mueven entre Ereván y Stepanakert. Aseguran que «por ahora» la situación es tranquila. Ninguno de ellos permanecerá demasiado tiempo en el lugar.

Del otro lado de las montañas, a más de dos mil metros de altura, denuncian que la población de Nagorno Karabaj vive en una situación de asedio. No olvide acceder a cupones para contar con raciones de comida que cada vez son más escasas; la medicación ya no alcanza y sufre cortes de servicios básicos.

Azat Gevorkyan y su esposa Anaik son photos antes de salir de su casa en Lachin, Nagorno-Karabaj, el último distrito que fue devuelto al control de Azerbaiyán tras la guerra.  Foto: Valery Melnikov:/World Press


Azat Gevorkyan y su esposa Anaik son photos antes de salir de su casa en Lachin, Nagorno-Karabaj, el último distrito que fue devuelto al control de Azerbaiyán tras la guerra. Foto: Valery Melnikov:/World Press

El duro invierno del Cáucaso lo atraviesan sin suministro de gas. Este territorio, que tiene su Parlamento, sus propios funcionarios y utiliza la misma moneda que Armenia, non es reconocido como autónomo por ningún país del mundo y hoy está cerca.

“Es muy alta la posibilidad de una escalada de la violencia”, alertó el vicecanciller. Pero el temor es más profundo: “Azerbaiyán afirma estar ir lo más lejos que pueda. Aliyev declaró todo el tiempo que el territorio de Armenia actual es el Azerbaiyán Occidental. De acuerdo con esta agenda agresiva, non es sólo Nagorno Karabaj, es también el territorio de Armenia”.

El Patriarca Supremo de los armenios, Karekin IItambién habló con Clarín y otros medios sobre la delicada situación en la frontera. “Periódicamente el Ejército de Azrebaiyán penetrará en nuevos territorios y tratará de conquistar más pueblos y ciudades. La euforia que les dio la victoria en 2020 los ha envalentonado”, asegura.

Así es la zona de frontera donde cruza el bloqueado corredor de Lachin.


Así es la zona de frontera donde cruza el bloqueado corredor de Lachin.

«Creo que el propósito es muy claro: dejar sin armenios Artsaj, provocar un nuevo genocidio”alertó a Karekin II y alude al gran fantasma que recorre la historia de esta Nación: la masacre de un millón de armenios entre 1915 y 1923 en Manos de los jóvenes turcos.

Goris y Khachardzan, ciudades que resisten

El silencio de pueblo se apodera de esta ciudad del sudeste de Armenia. Goris está a solo 30 kilómetros del corredor de Lachin. y es la urbe mas cercana a la frontera. En el ingreso a la ciudad, hay una base militar. Contemplativos o en alerta, todos esperan que algo pase.

Los armenios sobreviven principalmente de la agricultura. Acá dicen que en esta región los habitantes son duros y por eso viven más años. Desde que estalló la última guerra, en 2020, no hubo un éxodo masivo. Se quedaron protegiendo sus casas.

Zuren tiene 69 años. Es jubilado pero sigue trabajando. Esta mañana dejó el taxi y descansa bajo la sombra de un árbol.

“Antes vivíamos bien, era un sueño. Ahora la situación es mala. Ya no podemos visitar a nuestra familia en Nagorno. Los tenemos acá, muy cerca, detrás de la montaña, y no los podemos ver. El mundo tiene que oír que somos una Nación con mucha historia. Esta es nuestra tierra y nos están negando como pueblo”lamentación.

«Estamos en una situación de guerra»

En medio de este tramo de modestas edificaciones con el rastro de la herencia soviética se encuentra la plaza principal de la ciudad.

Sentada en un banco está Natalí, una maestra de 22 años. Sonrie mucho y destaca. Los armenios se níen poco. «Lo que vivimos es muy triste, la gente no sabe lo que realmente pasa. No vivimos una vida normal. – resalta- La gente está preocupada por sus hijos, por su futuro, pero de acá nadie se quiere ir”.

«No estamos bien, estamos en una situacion de guerra. Les décimos que nosotros de acá no nos vamos a mover. Creemos que podemos avanzar, pero no tenemos miedo”, desafía Vazgen, un fabricante de aberturas de 36 años.

A las ciudades de Goris y Khachardzan separan un ondulante viaje de 300 kilómetrospero las une el cerco de la frontera azerí.

Homenaje a caídos en la guerra de 2020 en Khachardzan.


Homenaje a caídos en la guerra de 2020 en Khachardzan.

De las 420 personas que vivian en este pueblo manso del noroeste armenia, el 80 por ciento de los hombres participaron en la guerra. En la escuela en la que estudian 65 graduados se levantó una especie de altar con las fotos de espaldas de hombres que maduraron en el último enfrentamiento. Hijo héroe conocido.

Al alcalde del pueblo, Gagik Shahnazaryan, hay que empezar a contarlo por sus ojos azules profundos. Dice que Khachardzan tiene soldados y voluntarios en la frontera, que está a sólo 40 kilómetros de esta aldea verde y humeda. Asegura que aunque «la amenaza siempre está», se mantienen «preparados para defender» al pueblo.

«Durante toda nuestra historia siempre hemos estado en peligro, pero siempre lo hemos superado y superaremos esto también »afirmó el alcalde de un pueblo que butizó con el número de Argentina ha conocido calle principal en reconocimiento al aporte en infraestructura de la diáspora armenia.

Alcalde del pueblo Khachardzan, Gagik Shahnazaryan.


Alcalde del pueblo Khachardzan, Gagik Shahnazaryan.

Khachardzan y Goris esperan con la guardia alta que este domingo, cuando finalmente se reúnan en Bruselas el presidente de Azerbaiyán y el primer ministro de Armenia, llegue una señal de acuerdo que los deje -por fin- dormer tranquilos.

Goris, Armenia. enviada especial

ap

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