Turquía va a las urnas y no es claro que Erdogan logre retener la presidencia

El presidente Recep Tayyip Erdogan llegó al poder empujado por la indignación popular tras el devastador terremoto de 1999. Ahora, dos décadas más tarde, otro terremoto mayor que el anterior, con 55.000 muertos en febrero pasado, tal vez acabe por barrerlo del gobierno.

Sin dudas, Erdogan es la figura más influyente en la historia de la República de Turquía desde que Mustafá Kemal Atarturk la fundó en 1923.

Junto sabía partido, el islamista AKP, ha ganado todas las elecciones de 2002aunque esa potencia empezó a menguar desde 2018, cuando su mayoría en el Parlamento debió apelar al apoyo de un grupo ultranacionalista.




Partidarios del Presidente Turco Recep Tayyip Erdogan, en un acto de apoyo. (AP)

Sin embargo, tras cinco mandatos que convirtió en una figura sustancial del panorama político de su país (muy parecido al primero y de vuelta en la presidencia), el sultán de Estambul se enfrenta este domingo a un desafío electoral más complicado. Y esto ocurre pese a que su figura cuenta aún con fuerte arraigo en vastos sectores, en especial los del interior más conservadores y religiosos.

A horas del comicio, un total de doce sondas daban ventaja al candidato opositorel socialdemocrata Kemal Kilicdaroglua la cabeza de una alianza de seis partidos, desde liberales a islamistas.

Aunque solo cinco encuestas vaticinaban que este politic opaco y poco carismático registrará la mayoría de más del 50% de los votos que evita un balotaje previsto semanas después de la primera vista.

El candidato opositor, Kemal Kilicdaroglu, podría ganar los cómicos.  (Reuters)


El candidato opositor, Kemal Kilicdaroglu, podría ganar los cómicos. (Reuters)

Distinto es el pronóstico para el Parlamento. Una campaña tiene la ley electoral el da al oficialista AKP la posibilidad de quedarse con la mayoría de asientos en el caso de Erdogan perder la elección.

Caída de imagen

Entre un racimo de causas, al menos dos principales permiten responder a la pregunta de por qué Erdogan está hoy entre las cuerdas: una es el declive con la marcha de la economía tras una «década ganada» en el primer tramo de su dilatada gestión.

La otra se apoya en el repudio por la creciente Islamización del país y por una deriva autoritaria que se centuó luego del intento de golpe lanzado en julio de 2016 por grupos militares, una historia que desapareció a caza de brujas entre propios y disidentes. Fue el quinto putsch del ejército desde 1923, pero el primero en fracasar.

Poco parece quedar hoy de aquel Erdogan que llegó al gobierno nacional desde su paso por la alcaldía de Estambul (1994-1998) con una agenda más liberal y promesas de transparencia, modernización y gestión estatal eficaces tras el sismo del 17 de agosto de 1999 .

Este cataclismo, con 17.000 muertos, expuso la mala calidad de muchas construcciones y la falta de control asociada a una trama de negocios con los amigos del poder.

Sin embargo, quienes llegaron al país durante la primera década de su mandato pudieron observar una Turquía en alza, con una tremenda expansión de la infraestructura que conecta las provincias median- tes con una expansión de autovías, ferrocarriles y aeropuertos.

Erdogan basó su gobierno en una alianza con el sector de la construcciónEl auge de Cuyo se aceleró con la crisis financiera de 2008. Puesto que Estados Unidos y Europa aplicaron entonces tasas a muy bajo interés, el capital disponible encontró un nuevo nicho en Turquía con millones de dólares en créditos que residentñaron la silueta de numerosas ciudades, al tiempo que una nueva clase de turcos prósperos no logró alimentar la base electoral del AKP.

A dato mide el salto. Según el Banco Mundial, el PBI per cápita pasó de 3.640 dólares en 2002 a 12.507 dólares en su punto máximo en 2013. La construcción y la industria derivada generaron un empleo masivo.

Pero la fiesta pronto halló su fin. Una crisis diplomática con Washington en 2018 y el progresivo incremento de los tipos de interés en Occidente provocaron un derrumbe de la lira turca, donde se perjudicó el coste de los créditos en dólares, elevando la deuda pública y a los inversores.

Simpatizantes oficialistas durante un acto partidario.  (EFE)


Simpatizantes oficialistas durante un acto partidario. (EFE)

El contrato social con los electores parece haberse deteriorado aún más con una inflación desbocada que en abril era del 43% interanual luego de habiter superado el 85% el pasado otoño, el nivel más alto desde 1998. La calificación revista Foreign Affairs, en su número de inicios de mayo, sostiene que la moneda turca perdió el 450 por ciento de su valor en los últimos cinco años.

A Esta Erosión Económica sema el mayor peso que la Religión Islámica Impulsada desde El Gobierno ha tomado en la vida pública, junteo a una tenaza sobria la prensa dijo, la desaparición forzada de medios independientes, el tradcelamiento de periodistas y opositores y la Vigilan Implacable CIA de las redes sociales para reforzar el mensaje oficial.

Esa asfixia ha alimentado el desprecio de las clases media y del sector juvenil.

El golpe de gracia llegó con el devastador terremoto de febrero últimoque potenció el descontento con el derrumbe de millas de edificios cuya construcción ignoró los reglamentos antisísmicos ante la vista gorda del gobierno.

La periodista de la Institución Brooking Asli Aydintasbas explicó el poste de washington: «Erdogan dijo que la construcción es la alegría de la corona en su economía, siempre implícitamente así la falta de controles. Los grands contratos del Estado turco van siempre a los mismos amigos del gobierno».

Las elecciones serán guiadas con atención en las principales capitales. Tal como se jacta Erdogan, Turquía se ha convertido bajo su mandato en un pivote del área mediterránea y Oriente Medio: interviene en la guerra de Siria, se asocia con la Rusia de Vladimir Putin, negocia la intrusión de inmigrantes en Europa, disputa hidrocarburos en Grecia en el mar Egeo.

Lo que pasa en Turquía se derrama en el vecindario. Una eventual victoria opositora podría alterar ese tablero con profundas consecuencias en toda la región.